Dios no sólo nos dio una capacidad enorme para imaginar y soñar, ha puesto en cada uno de nosotros deseos y anhelos que sabe que podemos cumplir, pero no sólo eso, ha depositado dentro de nosotros habilidades, aptitudes y todo el potencial para lograrlos. Él está a cargo de cada área de nuestras vidas, no descuida ningún detalle y confía en nosotros más de lo que nosotros mismos podemos hacerlo.
Algunas veces las circunstancias que vivimos nos llevan a perder la ilusión o la esperanza de que algún día lograremos lo que hemos soñado. Las heridas y el dolor que otros han provocado en nuestro corazón muchas veces nos roban los sueños o nos hacen creer que somos incapaces de alcanzarlos.
Es por eso que comenzamos a creer que aquellos sueños que parecían muy locos tal vez son demasiado, tal vez son imposibles, tal vez jamás sucedan, pues cuando dejamos que esos pensamientos entren en nosotros, perdemos nuestra habilidad para crear sueños y por tanto también para perseguirlos.
Dios todo el tiempo está haciendo declaraciones de amor, victoria y esperanza sobre nuestra vida, siempre habla a nuestro favor, pues tus sueños son también sus sueños y él hará todo para que se hagan realidad. Si enterramos nuestros sueños en el pozo más profundo para así ocultar cualquier evidencia de que alguna vez existieron, nos mantenemos alejados de lo que Dios depositó dentro de nosotros en el momento en el que fuimos creados, es decir, de nuestro diseño original.
Quiero decirte que no hay sueño demasiado extravagante, loco, salvaje, grande ni arriesgado; para Dios soñar nunca será demasiado, porque Él no pone límite alguno en tu capacidad para hacerlo. Desde antes de que se fundara el mundo (Efesios 1:4), Dios depositó sueños dentro de ti para que cumplieras tu propósito en él.
“Dios te revitalizará continuamente, implantando dentro de ti la pasión de hacer lo que a Él le place [a]”. Filipenses 2:13
[a] Para lograr las buenas obras que deseas hacer.
Él pone dentro de ti cada sueño y anhelo. En otras versiones dice: “Él pone tanto el querer como el hacer”. Por eso confía plenamente en que estás equipado, por medio de su amor, con más de lo necesario para hacer realidad esos sueños.
Nada es imposible para Dios, hoy Él quiere revivir lo que estaba enterrado, resucitar tu esperanza en lo que más anhelas: sanidad, restauración, cumplir tu llamado, ir a algún lugar, formar una familia, etcétera. No tengas miedo de soñar en grande, porque fuimos creados para eso.
“Nunca dudes del gran poder de Dios para obrar en ti y lograr todo esto. Él logrará infinitamente más que tu mayor solicitud, tu sueño más increíble, ¡y superará tu imaginación más salvaje! Él los superará a todos, porque su poder milagroso te energiza constantemente". Efesios 3:20 TPT
El poder que resucitó a Jesús el tercer día vive dentro de ti y no sólo ha transformado nuestra manera de vivir, sino que está trayendo vida a lo que estaba muerto (Ezequiel 37). No olvides que lo que es importante para ti, lo es para Dios; Él no va a dejar morir los sueños que implantó dentro de ti para mostrar su amor. Si por la razón que sea, alguien o alguna situación te hizo creer que era mejor conformarse con lo ordinario, con lo cotidiano, o que jamás llegarías a ningún lado, probablemente alguno de tus sueños fue enterrado.
Sabes, nunca es tarde para cumplir tus sueños, no existe una fecha de caducidad o una fecha límite, aún cuando todo parezca que así es. No permitas que el miedo de otros te impida volar hacia lo que sueñas, ni creer que no lo lograrás.
Dios ha puesto distintos sueños en ti y no sólo para desarrollar tu máximo potencial, sino para tener un impacto en la vida de otros. Cuando tú abrazas tus sueños y vas tras ellos, llevas a otros a creer que Dios lo hará de nuevo en sus vidas, a creer que Dios respaldará sus sueños tal como lo hizo contigo. No tengas miedo de lo que has soñado, Jesús quiere colaborar contigo para que eso sea posible.
Activación
Imagínate a ti de niño, de seis a diez años y pregúntate: ¿Qué soñabas? ¿Qué te llenaba de emoción? ¿Cuál era tu anhelo más grande? Reflexiona sobre eso y recuerda, no descartes lo que parezca descabellado o loco. Desde el principio fuiste hecho para imaginar y soñar; la imagen que vino a ti de lo que deseabas llegar a ser de niño o lo que anhelabas que sucediera, guárdala en tu mente y medita en ella.
Pregúntale a Dios: ¿Qué significan estos sueños? No importa que haya pasado demasiado tiempo o que parezca que no tiene sentido pensar en ello. Si aún no has cumplido alguno de esos sueños, tienes que saber que Dios aún quiere cumplirlos y los está desenterrando contigo para ponerlos de nuevo en tu corazón para que juntos vayan tras ellos.
Deja que el Espíritu Santo te hable sobre lo que esos sueños representan y que te muestre la forma en la que Él los impulsa, recuerda que Él confía en ti completamente para que lo hagas, porque nadie va a hacer realidad tus sueños mejor que tú mismo.
Toma nota de lo que hayas experimentado en esa conversación con Dios, de los sueños que habías dejado atrás y si cambió tu perspectiva al respecto.
Escrito por: Areli Núñez
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