Hemos escuchado mucho sobre “amor propio”, algunos lo han maximizado y otros lo han diluido. 

Pero hoy quiero enseñarte cómo se ve reflejado en las relaciones y conexiones que establecemos. La realidad es que el amor y las relaciones interpersonales, siempre son temas de suma importancia e interés por el simple hecho de que Dios nos hizo entes sociales. 


Cuando en Génesis 2:18, Él pronuncia “no es bueno que el hombre esté solo…” estaba hablando específicamente de crear para él una mujer. Pero si trascendemos un poco más, nos daremos cuenta de que fuimos creados para convivir, para relacionarnos y conectar con los demás, no para desenvolvernos en soledad. 


Así que ¿en qué momento entra el “amor propio” en la ecuación?

Te explico.


En algún momento le hicieron a Jesús una pregunta: ¿Cuál es el mandamiento más importante?

Él explicó que la ley se resumía en dos básicos mandamientos:


a. Amar a Dios con todo lo que nos involucra 

b. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

(Ver S. Mateo 22:34-40)

Y justamente en esto nos vamos a centrar. 

Para poder amar a los demás es importante pasar dos filtros:

Dios y tú mismo. 


1.- DIOS. Sí, aunque parezca extraño ¡es lo más relevante! Porque Él es el amor, Él es la fuente, Él es el inicio.

Me hace clic cuando me enseñan que Dios no nos pide algo que Él no haya hecho antes.

Dios no va a pedir que lo ames, si no lo hizo previamente…

En 1 Juan 4:19 (RVR60) dice:

“nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero”. 

¡Dios tomó la iniciativa, Él nos dio el ejemplo! 

Sabiendo esto, puedo decir que hay una necesidad en nosotros que comienza con Él y solo Él puede satisfacer.

Cuando somos conscientes de ello, podemos aceptar ese amor que nos brinda y quedar saciados, porque la verdad es que aunque nos esforcemos, si no llenamos antes ese inherente vacío que tiene su nombre, estaremos buscando ser llenos con otras personas y cosas, por lo que, ese es el punto crucial que nos lleva a fallar en nuestras relaciones.

Una vez entendido esto, vamos al segundo filtro.


2.- TÚ MISMO. Exacto, aquí entra “el amor propio” del que te hablaba en un principio. No hablo de un asunto de soberbia, egocentrismo y narcisismo (Esto es tener una percepción exagerada).

En Romanos 12:2 (NTV) dice:


“(…) ninguno se crea mejor de lo que realmente es.

Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo

según la medida de fe que Dios les haya dado”. 

 

La Biblia nos invita a ser sabios y tener una estima correcta de nosotros mismos, inicia de sabernos amados y valorados, comienza cuando nos vemos como Dios nos ve.

 Probablemente has sido “bombardeado” con mentiras acerca de tu identidad, pero quiero decirte hoy que ya no las creas, y si las has creído, el Espíritu Santo te da el poder de desecharlas y hablar verdad a tu vida.

¡Recuerda que la verdad te hace libre!

Cuando logramos esto, y nos damos cuenta de cuán importantes somos para Dios (tanto que dio a su mismo hijo a dar la vida por nosotros y ahora somos su hogar), entonces podemos establecer relaciones saludables.

 

¿Cómo ponerlo en práctica?

 

-Date oportunidad de sentir el amor que Dios tiene para ti

Toma un minuto, y pídele a Dios que te haga consciente de su amor.

Recuerda cuántas veces te lo ha demostrado y quizá lo pasaste desapercibido (Las veces que te ha librado de accidentes o de la misma muerte, cuántas veces ha provisto para tu hogar, etc). 

-Ámate como Él te ama

Ahora, pídele que te enseñe a amarte a ti mismo, que te muestre tus virtudes, tus capacidades, y las cosas que Él ama de ti. (¡Estoy segura que son incontables!)

-Ve a las personas como Dios las ve

Continúa con el proceso, y recuerda que la gente que te rodea es igual de importante y valioso/a que tu.

Ya no te costará trabajo porque al respetarte y amarte a ti, empezarás a respetar y amar a los demás de forma incondicional. 

-Establece o restaura conexiones

Atrévete a hacer nuevos amigos y amigas, reconcíliate si es necesario con tus padres, compañeros, líderes, pareja, amistades, etc. (si no es posible, perdonar y pedir disculpas también es una forma de amarlos), establece nuevas conexiones y cuídalas.

 

Si en algún momento, sientes que has perdido el objetivo y la visión sobre los dos puntos que te mencioné anteriormente, sólo inicia de nuevo, Dios estará ahí ayudándote y enseñándote cómo lograrlo. 

 Recuerda que lo que para ti es importante, para Dios también es importante. 

 

¡A Él le interesan tus relaciones!

 

Keren Álvarez